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estrellitas

Publicado: octubre 3, 2010 en reseña y análisis

A veces pienso que un problema del humano es que quiere ser humano
como si no supiese que lo es.
La cosa es que el humano es cruel por naturaleza
si su naturaleza es la historia
y la historia está arraigada en su cuerpo, y su cuerpo
está inmerso en la actividad que corresponde a una fracción de la construcción,
toda la carga de lo que hemos sido es lo que somos.

O en efecto, semos menos que esto.
La vanidad es el disfraz del chango sapiens.
Intimidados en un rincón del mundo estúpido
hay hermanos que rajan sus antebrazos.
Muchos se preocupan de que en afán de parecer la gente no sea,
yo me pregunto si en verdad hay quien se sabe poco.
Oh ideales de mi cabeza, como duele aterrizar en un mundo material.
Las utopías no son para todos
la felicidad es segun cada cual.
Cuando tú dices -un mundo donde quepan muchos mundos-
queda pendiente el cuantos de esos detestas.
Y que harían en él quienes odian lo mundano.

Estos colmillos de aquel acto sanguinareo -devorar cadáveres y peces-
son iguales a nuestros gigantescos establos, déjalos y moriremos,
deja las industrias y moriremos de hambre.
No hay posibilidad de regreso e incluso
el suicidio de la especie sería el exterminio de muchas especies
engarzadas a la civilización; y un ecosistema roto son varios ecosistemas rotos.
Aunque la gran Gea nos despidiera sonriendo
acabaríamos más de lo que es posible armonizar.
Y ni suicidarnos queremos.
Quien se mata no es para ser abono.
Veo al ser que no resiste el odio incapaz de amar
y más canta el ser que cree amando cobra validez
y sin amarse trata al otro como repertorio,
abrigo o confesionario.
Son los humanos que quisieran ser lo que ya son.
Desearan ser piterpan, santos embriones enmascarados, inmaculada pureza.
Veo al ser que se sabe humano proponiendo sus derechos a siniestra,
y aunque todo eso sea bello
pregúntome yo
si no valdría ser algo mejor que humano.
Si no hay regreso y el presente es insostenible,
tales derechos me dan olor a titubeo.

Del no quererse
a absolverse,
aniquilarse.
Pero cómo!
gritan quienes morirían.

Si el hombre produjo la humanidad para salvarse de su bestialidad
ha de crear algo mejor para salvar a la vida de su humanidad.
En vez de extinguirse esto es derrocharse.

Sin alegría no hay verdad.
Duele cuando aprendemos y aprendemos cuando no nos queda de otra.
O ara salvar la cabeza hay quienes no crecen,
abracen credos, patenten palabras, iconos.

Claro, las ideas son fáciles de concebir.
Ser consecuente es más que difícil.
Amar no tanto,
doloroso sí.

Casi nadie puede evitar desear amor,
casi todos quieren amar para ser amados,
y ahí van buscando a quien no se quiere
pa intercambiarse favores.
Yo quiero una cheve, whiskie.

En el afán por una solución-destino
yo sólo veo apego:
afán por paraíso, paradigmas, preadicciones científicas.
En el desentenderse de la tragedia, el sentido y la fraternidad,
elegante cansancio.
Cada quien es el pretexto del otro.
Uno no tiene valor ante si mismo
el otro ante nadie.

La decepción es el idilio del hombre.
Si entregarse cuesta es cómodo fingirse herido
consuélame o no me olvides.
Yo prefiero que me digan mentiras,
y que me las digan bien.
Sin deudas hay vacío pero no viacrucis.

Creer uno por gusto no por esperanza.

Y cuando todo acaba en paz,
por fin sin deseo ni ansiedad
la dicha del mundo explota en mi
amo a las hojas y al mesmesemo devenir.

el derrame de los charcos

Publicado: junio 10, 2009 en reseña y análisis

No se le entiende la letra a la verdadera inspiración
Pío-Paco, Pluma

Hay una escisión
entre el corazón y el infierno,
perdí el rumbo de dios
y la voluntad por los sueños

Ver fuego en la sangre
no es decente, manchado de agua negra

Siento la impotencia de vos
eso me preocupa más que el dinero,
siento una distancia de mi
lastima más que el infierno.

Dime tu palabra cantaré degollando mi alma
me iré al sol me evaporaré en un son
Un susurro dice esto ya había sucedido
pero entonces mi piel era una roca y mis ojos intactos

Hoy y este ayer
huelo a un tornado de tierra a abajo

Esta maldita incisión
mano de  hierro esclava de perdición
grita explota
si cortándote desapareciera al pasado
si olvidándote olvidara
si ignorando no reviviera
si conociendo despertara
si asesinándome me levantara
si dibujando un mapa en sangre coagulada
si dibujara
un mapa…

Vive tu destino y desaparécelo
hoy que me veo avasallado
deberé tragarme eso del destino
no sé si soy incansable
¡dios, no lo soy!
soy tu admirador y estoy derramado

y si no lo soy
pues no lo soy.

El reflejo también es lucero sobre un charco rojo
las hojas se  caen se las lleva el viento
yo hago estas letras
sufro con el viento de noche
la luna, lo que sea o lo que fuese

Una escisión
entre ti, el cielo, mi carne o el infierno
los sueños, nuestros sueños
el aire que despertaba la inspiración
y hoy, hoy, hoy
memoria….

Paco AR

KITCHEN

Publicado: septiembre 4, 2008 en reseña y análisis

Banana Yoshimoto,

Edición en Español_ Tusquets editores. 1991

“Las personas no se dejan vencer por las circunstancias, ni por las fuerzas que vienen de fuera, sino por las que nacen en el interior de si mismas”

Digamos que todo se hace por y para algo. Si algo no es así es absurdo y no merece que hablemos de ello. Tiempo y esfuerzo perdidos. Sin embargo, este sin sentido es cotidiano, aún en obras artísticas, y rechazar una obra por esto, habiendo de-recho, mé-rito, ingenio, es pura moralina…

Pero digamos que la literatura es un acto de los vivos y a los vivos debe servir. Que si lo bello no implica complejidad o elementos del más allá, estos últimos tampoco justifican en esfuerzo, mérito y unicidad a lo que simplemente es estupidez o error.

Pongamos el juicio de calidad a partir de la necesidad. (Sólo el Ser necesita, entonces produce, lo demás está de más). Lo que jamás debemos perder de vista es la esencia, es por prejuicio cuando nos desviamos con las formas, la apariencia no miente pero hay desear leerla.

Más acá de la abstracción de la abstracción y modas contestatarias, letras sencillas le bastaron para mostrar la sangre real en sus descansos a una camarera japonesa.

Kitchen no retrata hechos fantásticos o grandiosos. Dolor, pero desventura ya nos sobra. Sin embargo, en el cómo lo vivimos está la diferencia. Sensacionalismo en una relatoría de desgracias o la admiración de la perdición resultan en clichés de superación personal para el cordero correcto, quien vuela sobre el pantano. Basura habitual con cuyo olor podríamos confundir esta obra.

Honesto, claro y directo el lenguaje de Yoshimoto. Tal vez limitado en ocasiones, siempre leal. Ella sólo quiere decir dos cosas, confiesa en su epílogo: Conquistar y crecer.

Constantemente recurre a una descripción del entorno natural simbiótica a las emociones de los personajes en movimiento: alegorías y signos. Su percepción de adolescentes, o de la autora (joven entonces), no ha superado del todo los confines del entorno, como en el edén, al contrario, vuelven a la naturaleza cada vez que pueden.

Seres aplastados por la muerte a punto de desfallecer, jamás hicieron hazañas[1], pero jamás se derrumbaron del todo.

La sensibilidad de la protagonista pone en cada situación adversa un clima implacable. Pero sensar el entorno natural y a los semejantes es ya un acto decidido del individuo. En las primeras páginas de Yoshimoto, la protagonista aparece ya barrida, al límite. Mamífero huérfano se acurruca al calor y zumbido de la cocina. Pero creo que es mejor que pensar que estoy en este mundo completamente sola.

Justo la solidaridad, ayuda a cambio de nada, pues le dieron abrigo para reponerse. Es Japón, el capitalismo avanzado, las relaciones son aún más distantes. Pero serenidad y simpatía ya es mucho. Mucho en tal estado. La prosa no inicia con el decaer de una persona, la encuentra arrastrándose, en el punto más oscuro, más solo, lejano, a mitad del jamás. Estos personajes no se cayeron del cielo pero tampoco alaban a sus vísceras o se pierden contemplando el humo en la distancia del viaje. Un día descubren que lo único que tenemos garantizado en esta vida son los chingadazos. Aún teniendo amor.

El primer libro de la autora. Primera persona, en retrospectiva, algunos saltos temporales, breves segmentos, espontaneidad, se permite impactar con párrafos de una oración. En lapsos la prosa es poética, no se detiene mucho en la forma:

Solo quería dormir bajo las estrellas.

Sólo quería despertar con la luz de la mañana.

Todo lo demás fue pasando simplemente despacio.

Mutis. Otras veces suelta lo peor sin rodeos, en una oración, y sigue, como si el lector lo supiera desde hace tiempo. Busca el objetivo con certeza, si atina o no al lector, no voltea a averiguarlo. Tal vez porque cuando se trata de diálogo no hay engaño.

La narración de quien actúa sobre lo visto permite intuir rasgos de la cultura japonesa que con pura descriptología sería un atolladero para occidentales. Se asoman valores como la limpieza, el orden, metodicidad, disciplina, pasión por el trabajo… mutis.

Si la autora quiere decir algo del crecimiento, la parte más sintética es cuando Mikage aprende el arte de cocinar. Enfrentarse a los puntos flacos de su carácter, paciencia. Formarse una disciplina, control de emociones, mucha concentración. Con entrega y voluntad logró uno de sus sueños. Ocupa una pequeña parte del libro, pero es un salto cualitativo del personaje una vez que está en ciertas condiciones de sobrevivencia. Al final, necesitará de esto que ha ganado y más para ayudarlo a él.

¿Lugares comunes? todos comemos por hambre: unos por mero instinto, como animales; otros con prisa y programados, androides o prisioneros, en algunos es un acto común y espacio para el diálogo, se convierten en humanos. En todo caso, la verdad es común.

En general, el sentido de Kitchen es la esperanza. Su trama la construcción de personajes psicológicamente abatidos en humanos. En el curso de la acción aprehenden la necesidad de plantearse lo imprescindible para la madurez, la necesidad de la comprensión, de un carácter determinado, del valor.

La naturaleza es azar, desde su sensibilidad edifica la razón de su propia fuerza. Ni siquiera sobrevivir es imprescindible en cierto momento para Mickage. Detener la continuidad fue su ocurrencia mientras cruzó el parque al inicio del invierno.

Sin nadie en el mundo y libre de todo, comienza. En las últimas páginas encuentra entera y libre para todo, construyendo la relación más cercana y que el camino se marca a cada paso. La lucha es la constante de la historia. No habrá victoria final.

Ella y él prácticamente tuvieron que hacerlo todo antes de llegar al inicio de lo más importante. A penas conocidos primero, después familiares, después amigos, entonces compañeros. Perdieron a todos, sólo les quedó la experiencia y el uno al otro. Ella lo impulsa tal como él la ayudó. Cada uno decide emerger.

Banana describe el proceso de dos individuos hasta plantearse su conjunción y la vida.

Dirigida a neófitos, de la literatura o no.


[1] Hazañas de guerreo estilo Don Juan. Guerrero empeyotado eso sí.